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domingo, 6 de abril de 2014

Selective Wounds - 5


Al siguiente día por la tarde, poco después de haber salido de su última clase, Noel se encontraba lavándose los dientes, los amigos de Gerardo de habían ido en la mañana, pero él no se había ni levantado en todo el día. Entonces se abrió la puerta y Gerardo salió, su cuarto emanaba  una no muy agradable mezcla de olor a cigarros con sudor.
-Hazte pa’lla Noel –dice mientras lo hace a un lado-. Quiero mear.
-Nada que –le responde molesto y no lo deja pasar-. Ahora te esperas a que acabe wey.
-F’uta ¿Ya vas a empezar de diva? ¿Pus ‘ora que te hice?
-¡Espérate! –y le azota la puerta del baño en la cara.
-Ah, ya me acordé, ¿Es por lo de la morrita de ayer verdad? Ya, ni fue pa’ tanto… Espera –golpea su puño derecho con su otra palma-. ¡Ajá! Solo si eso planeabas estarías así de enojado conmigo.
-¿Planear que wey? –dice Noel saliendo del baño secándose la cara con una toalla.
-¡Ay si, planear que! –Se burla Gerardo-. No te hagas Noel, ¿Comida? ¿Tu cuarto limpio? No, no, no, para mí que te la pensabas tirar aquí condenadote.
-¿Qué? Estas mal –lo empuja Noel.
-Ya, admítelo, tiene como tres años desde que andabas con la punketita de historia del arte, yo digo que lo que te falta es una buena cojida para que se te calmen los nervios –mientras dice eso, saca de la bolsa de su pantalón un envase de plástico y de él un condón-. Ve y te tiras a la Julietita, hazlo por tu propio bien, te lo recomiendo yo, que no por nada estudio pa’doctor.
Le deja el condón en la mano a Noel y se regresa a su cuarto. Noel se queda plantado con cara de no tener la más mínima idea de que fue lo que pasó, guarda el condón en una bolsita del interior de su mochila y toma rumbo hacía el metro.
Ya habiendo abordado hacia metro Hidalgo le manda un mensaje a Julieta avisándole que ya se dirige a verla. El transborde entre la línea 3 y la 2 era un poco pesado, sobre todo en día de quincena, ya que las estaciones no tenían nada que envidiarle a un hormiguero. Al tercer intento pudo abordar en dirección a cuatro caminos, al bajar y dirigirse a la salida vio a Julieta, levantó su mano para que lo viera y saludarla.
-Te tardaste ¿Qué había mucha gente?-comenta Julieta después de saludarlo.
-Estaba bien cañón, creo que una sardina tiene más espacio en su lata –Se queja Noel mientras caminan hacia la salida de la estación-. El chiste es que ya llegué.
-Bueno, bueno ¿traes monedas? Por qué los choferes de las micros de por aquí se ponen medio violentos si pagas con un billete.
-Je, je, que bueno que agarré mi morralla de los cambios del súper –ríe con saña Noel y le enseñó un puñado de monedas.
Salieron de la estación y doblaron hacía la izquierda. La banqueta de la avenida era amplia. En sus negras planchas se veían multitudes de chicles pegados y unos cuantos excrementos de paloma, mientras que los lados estaban llenos con puestos de ambulantes. Julieta y Noel iban platicando animadamente, cruzando la calle hasta llegar a la base los microbuses. Subiendo primero Julieta y luego Noel, pagó el pasaje de ambos con monedas de cincuenta centavos, el chofer le hizo una mueca de fastidio al contar las moneditas y comprobar que era la cantidad correcta.
-Ah que carita me puso el chofer-dijo Noel al sentarse al lado de Julieta-¿Pues no que quieren que les paguen con cambio?
-Pero tampoco es para que les pongas puras monedas de cincuenta centavos.
-Meh, detalles –respondió ladeando la cabeza-. ¿Dónde nos bajamos?
-En el Big-Mart de Cuitláhuac –contestó-. Falta un poco todavía, ¿Hablaste con Gerardo?
-Un poco –dijo Noel, recordó la plática que tuvo con él antes de salir y sintió que se sonrojaba un poco, para disimularlo, recargó la cabeza sobre el asiento delantero-. Pero no dijo nada importante ni se disculpó.
-No te preocupes, de todas formas no podría haberme quedado hasta tarde.
-¿Y eso? –añadió Noel viéndola de reojo.
-Bueno, a mi mamá se le ocurrió hacer limpieza general de la casa ayer y me dijo que no le importaba con quien fuera a verme, tenía que estar a las 4 en la casa.
-Ósea que no te hubieras podido quedar mucho tiempo de todas maneras-completó Noel, pensando que, aunque no hubiera regresado Gerardo, su plan se habría ido a pique de cualquier forma.
El microbús pasaba por calles con camellones arbolados y con algunas flores que los vecinos de las casas cercanas se esmeraban en mantener sanas pese a la contaminación y los perros de otras colonias. Dobló a la derecha frente a una iglesia dónde al parecer se estaba celebrando una boda. En algunas de las calles el tráfico era un poco pesado y no hizo falta que a alguien le recordaran a su madre. Después de pasar un rato en el que recorrieron varias cuadras, Julieta empezó a pararse.
  -Ya casi vamos a bajar -le dijo Julieta tocándole el brazo-. Ya hay que irnos parando.
-Ah, bueno-y haciendo fuerza con el pasamanos, se levantó de su asiento.

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