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domingo, 27 de noviembre de 2011

Capítulo XI Otro día en el colegio



 
Nota: Este capítulo contiene referencias al “Tratado de los sistemas y  motores”

Las pláticas de los días anteriores tuvieron un efecto positivo en mí, me encontraba de un humor bastante relajado y alegre, hasta mi actitud había cambiado.

Después de mi ausencia en el colegio por la “rehabilitación”, volví a asistir, la gran mayoría de mis compañeros me odia, pero creo que al menos les di algo de “preocupación” por mi accidente, una extraña sensación que sentir por alguien que antes solía ser antipático y huraño.

            -Qué bueno que ya estás bien –me dicen a lo largo del día compañeros y maestros.

El día transcurre un poco lento, ya me había acostumbrado a la inactividad de la rehabilitación que perdí el ritmo que tenía en la escuela, no perdí el hilo de las clases debido  a que mis padres me traían las notas y tareas de las clases y me hacían trabajar en ellas para no quedarme atrás, pero aún así era un poco extraño volver a la actividad de un día normal de clases.

            -No inventes Alberto te has perdido de muchas cosas mientras no estabas aquí-me dijo Andrés durante un descanso-Han entrado muchas chicas nuevas que están bien buenas y Fernanda vaya que se ha puesto mejor, me cae, ¿para qué dejaste que te tronara?
            -Pus veras-le dije mientras lo miré con un poco de rencor-Tú fuiste quien me obligo a “andar” con ella, me obligaste a tratar de volver con ella, además, te escuché hablar con ella de mi primo.

Andrés se quedo un poco sorprendido por lo que sabía y me respondió un poco apenado.

            -Bueno, es que yo trataba de ayudarte a salir de esa soledad en las que te has refugiado por tanto tiempo-dijo-Encima de todo no me lo niegues, eres un maldito pervertido de closet.
            -Eso no lo puedo negar-repuse mientras me encogía de hombros-Solo por eso tengo amigos promiscuos como tú.
            -Cállate maniaco de senos-respondió refunfuñando-Tú habilidad para  adivinar la talla ya raya en la manía.
            -Pero no pasa de eso-dije-¿Eh cochinito promiscuo? ¿Ya mero rompes el récord de tu tío?
            -No-contestó-Aún me faltan muchas más chicas con las cuales acostarme.
            -¿Ves?-le pregunté-Y dices que el pervertido soy yo.
            -¡O bueno ya!-se quejó-¿No has visto a Fernanda?
            -Por suerte-dije-No tengo ganas de verla, también, tiene meses que no hablo con ella, ¿acaso crees que tenemos la más mínima necesidad de vernos?
            -Pues vieras no más de lo que te pierdes-contestó-Hablando en tus términos, “subió” a  talla B, yo diría un poco más, ¿existe la talla B casi, casi C?
            -No sé-dije mientras me rascaba un poco la cabeza-Yo solo se dé A, B, C y así, mejor pregúntale a ella ¿no?
            -Ah…-reflexionó un poco y dijo-Mejor no, me patearía las pelotas de solo preguntárselo, pero mira-me tomó del brazo y me llevó a la ventana-Ahí va.

Caminaba por el patio principal del colegio acompañada por sus amigas de siempre, se había cortado el cabello y tenía un mechón de color… en un lado, y si, había aumentado un poco de busto como decía Andrés.

            -¿Vas a arreglar las cosas con ella?-preguntó Kenia detrás de mí.
            -No-respondí-No hay motivo.
            -Como tú quieras Beto-dijo mientras la veía-No le queda mal ese corte.
            -Si-dijo Andrés-Aunque todo mundo piensa que se desgracio con él.
            -¡Yo no hice nada!-exclamé-Acabo de regresar.
            -Yo hablaba del corte-aclaró-Zonzo.
            -Ouuh…am…correcto-dije-Así parece algún personaje de un anime.
            -No pus si-respondió Andrés e hizo un gesto extraño y continúo-Oye wey estas algo cambiado, antes no seguías el hilo de las conversaciones, siempre te salías por la tangente  y ahora hasta las sigues y admites tus manías naturalmente.
            -Ay Andrés-dijo Kenia-Déjalo en paz, acaba de salir de la recuperación, quizá y quedo loquito por tanta sangre que se le salió.
            -No es eso-dije-Tan solo estoy cambiando mi manera de ser, es mejor que este así en lugar de ese gruñón amargado de antes ¿o no?
            -Si-dijo Andrés y rápido añadió-Y mejor te quedas así.

Nos despedimos y cada uno regreso a su salón de clases, los tres estudiábamos carreras distintas en el colegio, pero nos conocimos en los cursos especiales al principio de la carrera y nos seguimos frecuentando. Por todas partes me seguían dando sus felicitaciones por haberme recuperado del accidente y me trataban como al sobreviviente de alguna especie de tragedia, ja, quizá para quienes me odian en el salón fue una tragedia que viviera.

Por fin, a las tres de la tarde terminan las clases y me voy a mi casa, la actividad de Ingrid me ha dejado una sensación de liberación que me ha quitado un gran peso de encima, Alberto y J. Alberto no se han aparecido, pero creo que el encontrar a Aljeos será un problema y todavía falta José. Camino al centro de la ciudad para comprar una revista o algo que me distraiga el resto de la tarde hasta que me den ganas de hacer la tarea. Tomo asiento en una banca del parque y empiezo a hojear la revista, pero al poco rato se sienta un tipo algo bajo y me empezó a hacer plática.

            -Buena tarde-me dijo-Veo que está muy entretenido con su revista.
            -Si-le respondí-llevo coleccionándola por espacio de dos años.
            -¿Tanto tiempo?-se sorprendió-Vaya, y eso a pesar de que la revista no tiene un contenido precisamente razonable, siempre colmada de artículos de  tecnología, los últimos estrenos de cine, sexo y notas varias que no aportan nada a la razón del lector .

Solté un pequeño suspiro y me resigne a pasar un momento con un moralista de esos que nada les parece y se dedican a andar catalogando los que los demás hacen.

            -Señor-dije mientras me levantaba para irme-no sea tan cerrado hacia la diversidad de ideologías y pensamientos de una revista, solo lograra terminar excluyendo a todo lo que no le parezca bien a su forma de pensar y podría dejar pasar algo increíble o hermoso.
            -Me parece que ya he llegado un poco tarde-respondió decepcionado-Esos idiotas ya te han influenciado tanto que tendré que tomar medidas… más drásticas.

Fue en ese momento que me di cuenta que se trataba de José pero antes de reaccionar me lanzó una nube de polvo que me adormeció de inmediato y perdí la conciencia al cabo de un rato. Cuando desperté, me encontraba en una sala de una casa de estilo antiguo, con los estantes de las paredes llenos de libros y el estilo de la decoración era bastante refinado y sobrio.

            -Por fin te despiertas-dijo José-Pensé que había utilizado demasiado somnífero.
            -¿Qué es lo quieres?-pregunté-¿Para qué me trajiste aquí?
            -Para enmendar el daño que ha creado  Alberto-me contestó-Por que por su culpa has dejado pasar eventos que nunca hubieras hecho, por favor, ¿llevar a esa chica a tu casa?, podías haberla dejado en la comandancia de policía, ¡pero no!, por la estúpida pasión, que yo tanto me esforcé en quitar de en medio, la llevaste a tu casa, la dejaste en tu cama y, peor aún, la dejaste llegar hasta tu interior, cosa que no dejabas que pasara antes, el amor solo resultaba en un molesto obstáculo en el diario acontecer y por eso lo evitabas.
            -El asumir esa solitaria existencia fue un error-respondí-ese muro impidió que resolviera muchos de los problemas que tenía y provoco el “error” de Fernanda.
            -¡Calla!-gritó-Esa niña tonta fue la que no supo apreciar lo que en su momento le ofrecía.
            -¿Y qué le ofreciste?-le pregunté-Qué yo recuerde, jamás le dijiste algo cariñoso, nunca le diste muestras de afecto, tan solo querías la satisfacción de su cuerpo para callar al deseo y distraer a la pasión.
            -Es solo parte de lo que tenía planeado-dijo-Quería que esa relación sirviera de modelo base para un proyecto que yo llamo “Sistemas y motores”
            -¿Y eso qué?-dije-¿Tratabas de mecanizar el amor?
            -No precisamente-respondió-Era un proyecto más ambicioso, trataba de mecanizar todas las acciones de un ser humano y primero quería empezar por los procesos en los cuales una persona se relaciona con los demás y por consiguiente se “enamora”, trataba de crear un modelo base adaptable a las diferentes formas de ser de las personas, incluso su orientación sexual, pero eso, en sí, me resulta una abominación en contra de la naturaleza.
            -Eso solo lo dices por el caso de Sonia-le recriminé-Te asusta lo  que ella ha hecho con su vida.
            -Es un error-dijo-Un error que pudiste haber evitado, si tan solo no la hubieras hastiado, si por un momento de tu irracional juventud me hubieras hecho caso todo este embrollo de personalidades jamás hubiera ocurrido.
            -El hubiera no existe-contesté-Para ser la razón, estas bastante confundido, las cosas pasan por algo, además, de haber hecho todo lo que dices dudo que se hubiera evitado todo esto, las personas cambian, en cualquier momento ella pudiera haber decidido que era suficiente y el problema entre ustedes de igual manera hubiera sucedido.
            -Correcto-admitió-Pero no olvides que trataste de volver con ella y esos intentos fueron resultado de los desesperados planes de último momento de Alberto.
            -Es cierto-respondí-Si, lo reconozco, su forma de actuar en ese momento me confundió e hizo surgir una chispa de esperanza en un momento de desesperación por la inminente soledad que se avecinaba.
            -A pesar de eso-dijo-La volviste a ver, a pesar de su cambio.
            -Todavía la quiero-continué-Pero se y admito que ella no tiene tiempo ahora, ha hecho su vida y yo me encargué de despedazar la realidad de la mía, me esforcé por evitar todo contacto con la realidad, me refugié en la soledad centrando mi atención en pequeñeces sin importancia, no quería que esa soledad fuera perturbada por la mirada de algún extraño ajeno a mi espíritu, encerré todo en un muro de aislamiento y me acoracé en contra de la realidad y sus efectos. Para ella tan solo soy un viejo amigo que, en su momento, fue su primera pareja, no sé si recuerde las cosas tal y como lo hago yo, pero al menos me alegra el saber que ella es feliz.
            -¡No me vengas con hipocresías!-reclamo-¡Para ti y Alberto todo lo que interesa de una mujer es su cuerpo! ¡La excitación animal que provee la figura femenina, el busto, las piernas y demás!
            -Si, en eso tienes razón-dije-Pero si tan solo fuera eso lo que me llamase la atención, hubiera terminado con varias mujeres huecas, con solo un buen cuerpo pero una mente vacía y sin personalidad, hasta en eso estabas metido tú, buscabas que las parejas potenciales tuvieran una mentalidad interesante y fuera de lo común.
            -Eso era antes-respondió-Cuando eras joven, en ese entonces era de otra manera.
            -¿Ves?-pregunté-Incluso tú cambiaste, ¿Por qué ahora no quieres aceptar los cambios de los demás?

José palideció, se levanto de su asiento y se dirigió hacia el bar que estaba en un rincón de la sala, se sirvió un trago bastante largo y lo bebió de una sola vez; se quedo contemplando el exterior por largo rato.

            -A veces los cambios son demasiado drásticos-dijo en voz baja-No aceptaré cambios que afecten los planes que tengo para ti.
            -Si son aquellos en los que quieres que lleve todo como si tratara de un experimento o un análisis científico-dije- Mejor olvídalo, prefiero ser un idiota pasional que pierda la esperanza cada día y que padece el peso de sus sentimientos a un tanque ambulante insensible a todo lo que sucede a su alrededor.
            -Pero es mejor evitar el dolor-dijo-Es mejor anular cualquier daño proveniente del exterior, de aspectos que no se puedan controlar.
            -El dolor es inevitable-dije-No se puede tratar de controlar todo aspecto de la vida, terminaría viviendo en un estado de eterno estrés por tratar de prever la siguiente amenaza, el que te guste atormentarte con ellos ya es caso aparte.

Antes de que siguiera la discusión, me levante y salí de la sala, pensé que José no tardaría en detenerme para seguir hablando pero no lo hizo, su forma de pensar  me resulta bastante dispersa y equivocada, trata de hacer que todo se adapte a su manera de ver el mundo, pero, por lo que veo, no está del todo perdido, solo es cuestión de hacer entrar en razón a mi perdida y desorientada razón, si estas platicas se repiten es más probable que la restructuración tenga una culminación exitosa, solo restaría reconciliar a Aljeos y con ello quedaría todo resuelto, pero el fin todavía se ve algo lejano.

Ya fuera de la casa de José, tomo una bocanada de aire y emprendo el camino a casa con un extraño paso decidido y una sensación de confianza bastante peculiar, la plática de la manía con Andrés y la discusión con José es resultado de la “integración” de mis personalidades que se está dando en mi interior, la soledad está dando paso a una temporada de compañía y quizá hasta de un posible romance con Ingrid, si es que mis pensamientos no me engañan y si así fuera, es solo cuestión de sobre ponerme y seguir adelante.

martes, 22 de noviembre de 2011

Capítulo X Necesidad de Saber -Parte III-


Para matar un poco el tiempo seguí con la actividad de revivir los recuerdos, volví a empezar con los sucesos de la época de Sonia, puesto que estos son los que mayor carga presentaban para mi espíritu, la misma convulsión de presentaba en mí, pero era un poco menor a la de ayer, el dolor y el sufrimiento habían disminuido un poco y podía manejarlos de tal manera que no se notara tanto mi estado.

A eso de las cuatro cincuenta y cinco, Ingrid apareció por la puerta del local, iba vestida con una blusa blanca, un pantalón untado negro y llevaba un peinado sencillo, levanté mi mano para hacerle señas, me vio y rápidamente se sentó en la mesa y me saludó.

            -Vaya-dijo-Eres puntual, ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
            -Casi una media hora-respondí-Aparté la mesa, ya ordené los cafés.
            -Ah muy bien, entonces por eso llegaste antes-contestó-Te ves diferente.
            -¿Será porque, al fin, ya me puse a trabajan con tú consejo?-insinué.
            -OH… ¿Es en serio?-preguntó.
            -Si-dije-Tenías razón, es más complicado de lo que suena.
            -Te lo dije-contestó con una sonrisa en el rostro-¿Qué tal?
            -Es demasiado fuerte, los recuerdo en verdad pesan, más aún en una persona como yo, por ejemplo, los recuerdos de Sonia, la chica que te platiqué, son demasiado vívidos, principalmente porque ayer que la vi, estos quedaron “frescos”, así lograron ejercer un poder mayor  al que normalmente tienen.
            -Si-dijo-Suele pasar así, esa “actividad” es una forma de catarsis.
            -¿Catarsis?-pregunté.
            -Así es-respondió-La catarsis es, por así decirlo,  una forma de liberar pasiones o sentimientos que han sido reprimidos o dejados a un lado por largos periodos de tiempo.
            -Ya veo, los recuerdos llevan ligados sentimientos-dije-¿Por eso me diste ese consejo?
            -En parte-contestó-También por el muro que mencionabas ayer, pero eso solo complementa mi idea que tengo sobre ti.
            -¿Y cuál es tu idea?-volví a preguntar.
            -Que has llevado el dilema del erizo más allá de los límites normales de este.
            -¿Dilema del erizo?-dije-¿En qué consiste?
            -Básicamente, se trata de una fábula-empezó a explicar-Porque mientras un erizo trate de acercarse a otro, sean cuales sean sus intenciones, este herirá y será herido, en tu caso, te acercabas tanto que, al momento de separarte, te quedaban heridas muy profundas que tardaban demasiado en sanar.
            -Eso es cierto-concordé-Llegaba hasta un punto simbiótico en mis relaciones donde, cuando acaban, el golpe me lo llevaba yo.
            -Pero tan solo es una parte del dilema-continuó-Por eso mismo huiste, dejaste la cruel realidad de la vida y te apartaste de las personas, no querías y estoy segura de que no quieres entablar una relación seria, por el mismo miedo que tienes de lastimar y salir lastimado, no encaraste el problema y te engañaste diciéndote que no te afectaba en lo mínimo.

En ese instante la mesera se acercó dejando los cafés en la mesa y el frasco de azúcar, Ingrid tomó el suyo y le agregó un poco, al mío le agregué unas tres cucharadas y bebí de él.

            -Huí de la realidad porque en verdad que era dolorosa-dije-Era un conjunto de situaciones que no podía controlar, ¿el muro solo era la manifestación de esta huida de la realidad?
            -Es una medida que tomaste para limitar y controlar el efecto que tendrían ese conjunto de situaciones, de tal manera que las espinas jamás se te acercaran-dijo mientras ponía su café en la mesa-Te esforzaste por no comprender y no ser comprendido, porque sabías lo que eso significaba.
            -Si-contesté-Era dejarlos pasar el muro y llegar hasta mí.
            -Pero dentro de esa huida-continuo-Ocurrió algo peculiar, dejaste de limitar contacto con la realidad y las personas pero llegaste a un punto en el que nada te afectaba, nada te molestaba o perjudicaba.
            -¿Eso a que se debió?-pregunté
            -Pues desarrollaste un coraje que te llevo a tomar una postura no muy buena-respondió-Confundir la fortaleza con la dureza.
            -La dureza-dije-Ese fue un momento muy particular en mi vida, iba por la  vida sin dejar que nada me distrajera de un objetivo que ni siquiera era claro.
            -Tomando a otro animal-explicó-Se puede decir que llevaste el dilema del erizo hasta convertirse en el problema del armadillo, el armadillo, al vérselas con las espinas de los erizos y, pensemos en algún lugar más espinoso, en las espinas de un rosal, considerando que ambos representan a las personas y a la realidad, prefiere enfrentarlos con una coraza protectora, eso fue en lo que se transformó tu muro, en una coraza que te mantenía seguro de las espinas.
            -Ya veo-respondí-Así fue como corté todo contacto con la realidad, evitando, o más bien perdiéndome de las cosas bellas que existen solo por no querer salir lastimado, transformé las heridas en rencor y este pasaba a formar parte de la dureza de la coraza.
            -Si-respondió-Esa no es la mejor postura, la dureza no se esfuerza por cambiar nada porque nada la afecta, pero la fortaleza es el seguir en pie cuando la vida te ha devastado, dar una mano de ayuda a pesar de tú la necesites más y solo encuentres puños amenazantes.
            -¿Pero eso ya ha pasado?-pregunté.
            -Si-respondió alegre-en una parte, estas aceptando tus errores en el amor, tus heridas, tus episodios de infelicidad, está viviendo tú y no un ser moldeado por tu orgullo.

Tomamos un poco más del café y empezamos a hablar de sucesos como las recreaciones tan vívidas que dan el revivir a cada uno de los recuerdos, por que como dice el refrán, recordar es volver a vivir, o al menos eso es lo que dicen. Antes de terminar la charla, estaba pensando en mi libreta de versos, recordé que en ella estaban plasmadas las etapas que Ingrid mencionó.

            -Oye Ingrid-dije-¿Leíste mi libreta de versos cuando estuviste en mi casa?

Se atragantó con el café y mientras tosía me di cuenta que se sonrojaba.

            -Tomaré eso como un sí-dije con una sonrisa en el rostro.
            -Perdón-dijo-No era mi intención.
            -No hay problema-respondí-Me has ayudado mucho.

Terminamos nuestros cafés y salimos a dar un paseo, habían sido dos días difíciles y salir a dar una vuelta por la ciudad en compañía de alguien era en verdad reconfortante, hacia que valiera la pena salir herido, pero feliz. 


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Aviso: Debido al final de mi estadía en el DF este blog entra en un hiatus temporal, quizá en diciembre actualice algo, pero no estoy seguro, gracias por su apoyo :D

domingo, 20 de noviembre de 2011

Capítulo X Necesidad de Saber -Parte II-


Por fin despierto, desde que estuve haciendo la actividad de Ingrid, he recordado todo con absoluta precisión y es aún peor en sueños, pero, al menos, la carga para mi espíritu se ha vuelto menor, aunque sea un poco. Es algo tarde, el reloj de la pared marcaba el medio día, tenía unas cuantas horas antes de ver a Ingrid, me levante pesadamente y tome una ducha fría que me cayó de maravilla, me sentí un poco más relajado. Desayune con una taza de café y algo de pan, una pequeña costumbre que me quedo después de la relación con Sonia, en ese instante, escuche algunas notas provenientes de afuera, me asomé a la ventana y vi a Alberto acompañado de un violinista recargados cerca de mi puerta, el violinista vestía un sencillo traje negro y camisa blanca, tocaba una triste y melancólica melodía, pero tenía ciertos toques que la hacían parecer alegre al mismo tiempo, un buen equilibrio entre dos sonidos muy opuestos entre si, pese a mis esfuerzos no reconocí la pieza, como tenía un peculiar humor esa mañana, y además no había visto a Alberto, me decidí a invitarlos a pasar.

            -Disculpen-les dije-¿No quieren pasar y tomar algo?
            -No esperaría menos de ti joven amigo-dijo Alberto como siempre.
            -Si, gracias-me dijo el violinista mientras hacia un gesto con la cabeza.

Pasaron y tomaron asiento en las sillas de la cocinita, el violinista observaba todo como si lo conociera de antemano, lo cual me hizo tener la sospecha de que se trataba de alguno de “ellos”.

            -¿Vino o café?-les pregunté.
            -El vino-respondió Alberto-El vino es mejor.
            -Si, tienes razón-le dije-Pero solo tengo tinto.
            -Oh, no hay problema-dijo el violinista-Está bien, está bien.

Serví las copas y le entregue a cada uno la suya, bebieron un largo trago de ellas y las dejaron sobre la mesa, el violinista me parecía conocido, su cara simple y ovalada tenía unas cejas algo espesas y los ojos  eran de un café obscuro, esa mezcla de rasgos le daban un aire muy parecido a mí, a excepción del cabello algo largo que tenía.

            -Disculpe-dije mientras me dirigía al violinista-¿Cuál es su nombre?

Ambos se miraron, el violinista parecía estar esperando un consejo que saliera de los ojos de Alberto, pero este no decía nada.

            -¿Para qué aplazar lo inevitable Alberto?-le dijo-Bien joven, yo soy José Alberto, tu equilibrio.
            -Ha escapado de la influencia de José-dijo Alberto-Y me ha ayudado a planear algo contra él, apropósito, ¿Te gusto el laberinto de mi amigo el brujo?
            -¿Ósea que eso era parte de tu inmersión?
            -Si-me respondió-Pero la segunda parte veo que la señorita con la que te vi aquel día se ha encargado de que tú solo la iniciaras, cosa que es mucho mejor, dado que yo podría haber influenciado en ti.
            -¿Cómo supiste eso?-pregunte-No he hablado contigo desde aquella vez.
            -Se lo dije yo-intervino J. Alberto-“Salí” anoche, después de que revivieras aquellos recuerdos, le provocaste una terrible conmoción a José, de manera que no se percató de que había salido.
            -Vaya-dije-Pero Alberto, el brujo dijo que no podía decirme mi destino, que este estaba en mis manos.
            -Si, me lo comentó justo cuando se iba-contestó-Eso es algo bueno, porque no deja que nada que no planees ocurra, así, solo es cuestión de que contactemos a Aljeos y lleguemos a un acuerdo con él.

Todo esto parecía una extraña conspiración en contra de un enemigo que era astuto e inteligente, supongo que deben tener sus motivos, José quiere destruir a todos ellos e instalarse como el único que tome mis decisiones.

            -A todo esto-continúe-¿Qué es lo que está planeando José?
            -A ciencia cierta-contestó J. Alberto-No tenemos la menor idea.
            -Solo sabemos que como él será el último en salir-dijo Alberto- tenemos algo de tiempo para pensar cómo podemos cambiar sus planes y lograr la restructuración integra de tu espíritu.
            -Eso lo mencionó Aljeos-respondí-Él no quiere hablar con la razón ni el equilibrio, le interesa la integración, pero, ¿En qué consiste?
            -Básicamente se trata de que cada uno de nosotros esté presente en ti de la misma manera y en la misma medida-explicó J. Alberto.
            -¿Ósea que solo tengo que demostrar la pasión, furia y razón en partes iguales?-pregunté.
            -Así es-contestó-Pero como dijo la señorita Ingrid “suena fácil, pero en realidad no lo es”.
            -Ya lo creo-dije-Convencer a Aljeos de que necesitamos de su ayuda va a ser un punto difícil en esa restructuración.
            -Si, es cierto-dijo Alberto-Él siente un gran odio hacia José y nuestro amigo aquí presente, pero igualmente dijo que el único al que le tenía respeto era a mí, lo cuál puede ser de gran ayuda en el futuro.
            -¿Y qué hay con el ataque? Digamos que por mí no siente un gran aprecio o algo parecido-comenté.
            -No es así-me respondió J. Alberto-Simplemente José lo desesperó y actúo de forma intempestiva, siempre ha sido así, en el pasado te ha defendido de situaciones en las que corrías peligro, ¿Recuerdas al ebrio que molestaba a la señorita?
            -Si-conteste-Aquella vez en que casi lo mato si no fuera porque ella me detuvo.
            -¡Es ahí donde está el defecto de Aljeos!-dijo Alberto-No sabe medir las consecuencias de sus actos, simplemente es una furia ciega, no sabe cuando parar, es ahí donde necesita de la razón, pero él nunca lo aceptara hasta que vea un ejemplo de que le puede ser útil.
            -¿Cómo?-pregunté.
            -Mira-contestó J. Alberto-Lo que quiere ver es un ejemplo donde la furia este presente, pero tenga una parte equivalente de razón que la sostenga.
            -Lo que quiere es que la furia tenga una influencia razonable que la incite o reprima de manera justa-dije-Eso suena un poco difícil, pero posible.
            -Correcto-comentó Alberto-Lo que José quiere es controlar a todo aspecto de la vida y si no lo puede controlar, simplemente eliminarlo y endurecerse en contra él.
            -Lo que no traerá nunca el equilibrio-concluí.
            -¡Exacto!-exclamaron al mismo tiempo.

Radiante ante mis respuestas, Alberto tomó su copa y la levantó en el aire diciendo:

            -Brindemos por una exitosa restructuración.

Chocamos nuestras copas y bebimos lo que quedaba en ellas, J. Alberto tomó su violín e interpreto una alegre pieza para rematar con broche de oro esta pequeña “reunión”.

            -Bueno joven amigo-dijo Alberto-Nos vamos, trataremos de encontrar a Aljeos y empezar a platicar con él, cuando lo creamos oportuno, te llevaremos con nosotros para que así termine el dialogo con él.
            -Igualmente-agregó J. Alberto-Tengo que darle una disculpa por haberme dejado controlar por José y haberlo encerrado por tanto tiempo, dejando que su rencor creciera y se convirtiera en una implacable bestia.
            -De acuerdo-dije-Hasta la próxima.

Se despidieron con un apretón de manos y se fueron platicando sobre donde podrían empezar a buscar a Aljeos, yo por mi parte me dispuse a cambiarme, eran casi las cuatro de la tarde y no quería llegar  tarde a mi “cita” con Ingrid, por el tono que Alberto y J. Alberto se expresan de ella puedo creer que, al menos para ellos, esto puede traer un beneficio, me pregunto qué es lo que José piensa, desde que esta restructuración comenzó, solo he podido entre ver como es, pero no tengo ninguna idea de que es lo que lo llevo a querer controlar todo aspecto en mi vida, de su “época” de control recuerdo que todo lo que paso con Fernanda fue anotado como un experimento, analizaba al mundo con una lupa y una navaja de disección, además de que fue en ese entonces cuando empecé a construir ese muro que me separaba del mundo y de las personas, creo que esto es un buen tema para hablar con Ingrid. Me visto con el habitual conjunto negro y salgo a la calle para llegar pronto al café, es mejor apartar una buena mesa, porque el lugar a veces llega a llenarse a esta hora.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Capítulo X Necesidad de saber -Parte I-



Ciudad de…Tres años atrás.

“Rayos, es tarde, después de esa estancia fuera casi no he visto a Sonia, diablos, también el doctor que se le ocurre operarme mañana, pero ¿Quién me manda a tener las piernas tan destrozadas?, ahora tengo que ganar algo de tiempo antes de que sea caso perdido, y luego esta noche tengo un ensayo con la banda, no, no, esto no se ve bien, tengo un mal presentimiento.”

Estos eran los pensamientos de un delgado muchacho de aspecto algo desgarbado y un poco ingenuo, que caminaba apurado por las calles de una ciudad, apretando un poco el paso al cruzar la calle se detiene ante un portón negro y toca el timbre, juguetea un poco con las plantas cercanas hasta que le abren.

            -Hola Alberto-le saludó una señora-¿Cómo estás?
            -Bien, gracias-respondió el muchacho-¿Esta Sonia?
            -Si, ahorita le hablo-dijo la señora-¡Sonia, hija, te busca Alberto!
           
Se asomó a la terraza una chica de aspecto desarreglado, un poco oscuro y completamente vestida de negro, la mitad de su largo cabello le cubría una parte del rostro, le saludo con una sonrisa y le hizo una seña para que subiera. El joven entró a la casa, subió de tres en tres los escalones, y tocó la puerta del cuarto de la chica.

            -Pasa-le contestaron del interior.

Abrió la puerta y se encontró a Sonia sentada en su cama leyendo, su mirada le dijo que cerrara la puerta y pusiera el seguro, era lo que él esperaba.

            -¿Qué hay?-le dijo.
            -Pueeeesssss-le respondió-Mucho, pero mal repartido.
            -Je je-rió-¿Cómo te fue en tu viaje?
            -Bien-dijo el muchacho-Mis abuelos están muy bien de salud, los primos andaban jodiendo, algunas compras, un paseo a Morelia…lo normal.
            -Ah-contestó la chica-Pues mis padres nos llevaron a mí y  mis hermanos a visitar una tía en la capital, pasamos los días en un hotel donde se escuchaban extraños gemidos a toda hora.
            -Eh, creo que esos gemidos eran de…
            -Si, ya lo sé.
            -Correcto-contestó el joven-¿Qué te parece si vamos por un café?
            -Si-dijo la muchacha-Andando.

Salieron a la calle y se tomaron de la mano, suceso que era extraño para el muchacho, por lo que la estrecho con fuerza y puso todo su empeño en grabar el momento en su memoria, caminaron juntos por la calle hasta llegar a el pequeño café que solían frecuentar.

            -Buenas tardes-los saludó el mesero que siempre los atendía-¿Dos cafés italianos?
            -Si, por favor-respondieron al mismo tiempo.

Se sentaron en la acogedora mesa cerca de la salida que solían ocupar, de inmediato les llevaron una canastita con galletas y les dispusieron el azúcar para los cafés.

            -Mañana me van a operar-dijo el joven.
            -¿Ah sí?-preguntó la chica-¿Para qué?
            -Pues al parecer el ortopedista quiere retirar el material que me puso en las rodillas hace dos años-contestó-Por ello no podré caminar en casi un mes.
            -¿Ósea que esta será la última vez que te vea en este mes?
            -Me temo que sí.

Por toda respuesta la muchacha se inclino hacia delante y le dio un pequeño beso.

            -Considéralo un pequeño adelanto de lo que viene.
            -¿Lo que viene?-se extraño el chico.
            -Pues-dijo-Tengo que darte lo que en este mes te daría.

El joven se ruborizó un poco y tomó un trago de su café, ya sabía lo que pasaría después de tomar esa tasa.

Tres horas más tarde. 8:30 pm.

Después de su “adelanto” del mes, el joven se dirigió a una bodega que rentaba junto con su banda, “The anonimus”, iba con media hora de retraso, y como era él el que tenía las llaves, sus compañeros estaban sentados afuera esperando a que llegara.

            -Pinche Alberto-le gritó el guitarrista-Ya tenemos media hora aquí sentados como weyes esperando a que llegaras.
            -Oh, perdón-dijo-Es que fui a ver a alguien.
            -Nada que, se me hace que fuiste a ver a Sonia mugre Calvo-dijo el vocalista y tecladista.
            -Ah…este…mmm…Nooo, ¿Cómo creen?-Dijo el chico mientras abría la puerta y todos entraban a la bodega. Era un lugar algo amplio, donde se encontraban las guitarras, bajos, micrófonos y teclados, en el fondo, pegada a una pared de la cual colgaba una manta con el logo de la banda, estaba la batería del joven, un set mediano de color negro, metales cromados y platillos de bronce al cual el chico tenía un gran aprecio.

            -¡Ay no mames!, si yo te vi pasar a eso de las tres y media con ella al café al que siempre van-comentó el bajista mientras tomaba un bajo de la fila-Y luego los vi regresar como a las cinco, ¿Qué diablos hiciste en esas tres horas?
            -Nada-dijo nervioso el chico-Me fui a dar una vuelta por el centro.
            -Eeeeeh, que se nos hace pinche wey-dijeron en coro sus compañeros.
            -Bueno ¿Qué?-respondió en muchacho-¿Vamos a ensayar o no?

La música de la banda era una mezcla de una voz clara, teclados melódicos, guitarras precisas y un poderoso bajeo, la percusión del joven era alegre y jovial, cosa que se transmitió a sus compañeros, tocaron un cover de los Beatles, después tocaron “Try To Stay & Say” una de sus composiciones, un poco de Keane, el grupo favorito del joven baterista, algo de AC/DC e improvisaron durante dos horas completas, dando un alegre ensayo de música alentadora y motivadora, el joven sólo pensaba en las últimas tres horas.

Un mes más tarde.

“Maldición, como duelen las cicatrices, ¿Por qué tiene que vivir en una calle tan empinada?, bueno al menos trataré recuperar algo del tiempo perdido después de ese mes confinado en mi cama en la casa de mis padres.”

Esto pensaba el joven mientras se dolía de sus rodillas en una esquina cercana a la casa de Sonia, su novia de cuatro meses, para él, ella era el eje central de su vida, la primera en “serio” como llegaba a decirlo. Por fin llego al portón negro y al tocar el timbre, de inmediato le abre Sonia y le da un fuerte abrazo.

            -¿Ya estas mejor?-dijo-¿Ya?
            -Hugh, espera-respondió el chico-Si ya estoy mejor, sino, no estaría aquí.
            -Mientes-le contestó-Te vi doliéndote de tus rodillas, aún estas un poco mal.
            -Tan solo quería verte.

Se aferró un poco más y emparejó su mejilla con la de él.

            -Picas-comentó.
            -Lo siento-dijo el joven-no me he rasurado en días.
            -Pues deberías-le ordeno en tono cómico.
            -Si señorita.

La escena del café se repetía.

Unas semanas más tarde.

            -Últimamente has venido muy seguido-dijo la chica sentada en la silla de su escritorio mientras leía “Crimen y castigo”.
            -Si-asintió enseguida el muchacho-¿Tiene algo de malo?
            -No nada-le respondió-Dime ¿cómo le dices algo a alguien que no capta las indirectas?
            -Ah, ¿Se lo dices a quema ropa?-titubeó el joven-¿Por qué? ¿Quién no capta?

Por toda respuesta la muchacha solo puso los ojos en blanco

Más tarde ese mismo día.

“Chale, he notado a Sonia algo distante, quizás sea… no, no puede ser.”

 Esto pensaba nuestro joven mientras tocaba “Maybe Not” otra de sus composiciones, su percusión denotaba algo de duda y sonaba insegura, cosa que sus compañeros notaron rápido, dejaron de tocar y el vocalista le pregunto:

            -Wey, como van las cosas con Sonia.
            -Pues-respondió-Van bien.
            -¿Así?-dijo el guitarrista-Tú batería no dice lo mismo.
            -Bueno-admitió el joven-Tenemos algunos problemillas, eso es todo.
            -Mira-le aconsejó el bajista-Si es que están por terminar, simplemente no te vayas a derrumbar como la vez pasada, nos costó un huevo y mitad del otro sacarte de ese agujero en el que te metiste y aún más trabajo costó que te repusieras lo suficiente como para animarte con ella, solo no hagas nada estúpido.
            -Ve a verla-le dijo el vocalista-Aquí estaremos.
            -Eso es, anda, habla con ella y resuelvan eso de una vez-dijo el guitarrista.

Veinticinco minutos después.

            -Hola-dijo al momento al que ella le abrió la puerta-Solo vine por unas letras y partituras que olvide.
            -Si, lo noté-le respondió y le dio una carpeta negra-Ten.
            -Ah, sí, eh, gracias-dudo el chico-Oye ¿Algo de lo que estoy haciendo te incomoda?, es que la banda sospecha que me quieres tronar, ja ja, tontos.
            -Pues ni tanto-le contesto-Si sigues así…

Se hizo un silencio incomodo, él la miraba algo asustado y entristecido, ella solo volteaba hacia otra parte.

            -Bueno-dijo por fin el joven-Pues vengo el jueves de la otra semana.
            -No creo que eso resuelva nada-dijo por lo bajo la chica.
            -¿Dijiste algo?
            -No-mintió-Nada.

El chico se dio la vuelta cuando sintió un tirón de la manga de su chamarra.

            -¿Qué pasa?-preguntó el joven.
            -Quiero terminar contigo-le dijo a quema ropa.
            -¿Qué?
            -Admitámoslo-dijo-Ya casi salimos del bachiller, tú te irás a… y yo me quedare aquí, además, no planeo casarme.
            -Si, pero ¿Por qué?-dijo con voz algo quebrada-Quiero saber.
            -No quieres.
            -Necesito saber.

La chica le dio un último abrazo y le dijo al oído.

            -No tienes necesidad de saber, es más tu necedad por saber.

Lo soltó lentamente y cerró la puerta, el chico se quito las lágrimas de los ojos y volvió a la bodega.

            -Ya me temía esto-dijo el guitarrista mientras le daba sus baquetas-Toma, ¡anda!, las penas con pan son buenas.
            -Esta bien-dijo con voz apagada-Qué más le queda a alguien a quien le han quitado toda esperanza.

Tomó sus baquetas y tocó un triste y lento solo, poco a poco se fueron integrando los demás miembros de “The Anonimus” a esa triste melodía.




Muy bien estamos llegando a la mitad de esta historia, me pregunto si la debería actualizar, por que me he topado con algunas partes que andan medio oxidadas o que simplemente ahora no significan tanto para mi, pero bueno, háganme saber si les gustaría o no, si quieren leer la historia desde su principio, pueden picarle aquí o verlo desde el archivo y leer todo lo que hay ¡¿Por que jijos no?! No olviden dejar un comentario, sea de blogger o facebook, aunque no se como ponerle el plug-in bien, pero bueeee... comenten!!